¿Qué sería de mi vida si dejara al grupo, si estuviera en
desacuerdo con trabajar todo el día para dar de comer a la reina, si quisiera
ser libre?
La
hormiga insurrecta
La hormiga sanciona moralmente a la cigarra porque en el fondo
desea ser como ella. Desearía aprender a despreocuparse por el mañana.
Ser cigarra no es solamente dejar de trabajar y cantar todo el
día. Es practicar la libertad. Habrá hormigas que por más que canten no podrán
disfrutarlo.
–Ser libre pesa más que no serlo –dice una cigarra. Las cigarras
son solitarias. Las hormigas siempre van en grupo.
Si una hormiga decide dejar su sociedad monárquica por lo menos
sabe trabajar. Si a una hormiga reina la abandonan todas las hormigas obreras
se enfrentará al desempleo. En ningún lado hay vacantes de reina.
¿Por qué es tan difícil que las hormigas se organicen, si son la
mayoría?
Ser una cigarra atrapada en el cuerpo de una hormiga.
La pequeña hormiga adolescente encontró un libro que habla de
jornadas laborales de seis horas, de tiempo libre, de clases prácticas de artes
para todos, de paseos sin reloj, de aprender otros oficios. Ahora comienza a
odiar su vida. Ve a sus compañeras, afanosas, y odia el libro porque le
descubrió otra posibilidad: la de cuestionarse.
La hormiga insurrecta ahora se toma unos minutos de descanso; en
ellos le gusta sólo ver pasar el tiempo, contemplar el paisaje. Desearía que
sus compañeras estuvieran en la misma situación, que hicieran un alto, que
tomaran una pequeña siesta, sin sentirse culpables. Pero las otras hormigas
comienzan a verla con desaprobación.
La pequeña hormiga joven ya no tiene miedo, pero no sabe qué
hacer, no sabe qué sigue. Ahora conoce la angustia, la angustia del que es
libre.
La hormiga joven decide enfrentar lo que venga. A veces quisiera
matar a la reina, así liberaría a todas sus compañeras, pero sabe que ellas no
quieren ser liberadas.
Lecturas
de una hormiga que despierta
Después de leer a Augusto Monterroso, la hormiga escribió:
Y cuando despertó seguía siendo hormiga. Ser cigarra había sido
un sueño.
A la hormiga insurrecta le gustaría poder decir: “Preferiría no
hacerlo”, como Bartleby. También le gustaría tener una opción que la consuele,
y no morir de inanición, como Bartleby. (Después de leer a Herman Melville)
La primera forma de
la esperanza (de una hormiga) es el miedo, el primer semblante de lo nuevo, el
espanto. (Leyendo a H. Muller)