Tirajes
limitados en número, y a regiones o localidades, proliferan atendiendo a la
necesidad de crear documentos que hablen de nuestro quehacer y motivaciones.
Contrapunto a la estrechez de la visión editorial que busca réditos globales,
la pequeña producción de libros abre un nuevo campo para la expresión y la
comunicación a escala personal: termina siendo rentable menos por lo económico
que por la satisfacción de concretar un proyecto ansiado, propio y
significativo.
Para mí
ha sido un gusto editar Antología
compartida, el resultado del proceso de aprendizaje que tuvieron los
diplomados de la Escuela de Escritores de la Laguna, generación 2009-11. Además
de “compartir” sus textos, los seis autores que reúne dicha antología
compartieron las correcciones, los gastos y el resto de implicaciones que
conlleva cualquier publicación.
Partiendo
de que un escritor no puede autonombrarse como tal hasta que no da a luz un
libro, y considerando que los tiempos no están como para esperar a que una
editorial de talla nacional te llame para publicar tu obra, es este esfuerzo un
comienzo, un primer paso que busca abrirse camino en el terreno de las letras
locales.
Daniel
Alemán nos entrega un cuento, mezcla de fantasía e intertextualidad: seres
mitológicos, monstruos, animales y personajes de obras literarias que conviven
en el mismo plano imaginario.
Brenda
Vargas eligió algunas minificciones, un cuento breve y dos textos cercanos a la
poesía infantil. A tales textos los une cierta temática general: la muerte, la
tortura y el terror. También los une el humor negro y un tono lúdico, amalgama
perfecta que permite asomar una sonrisa de espanto.
Aleida
Belem prefirió dar una muestra diversa: un cuento realista de monólogos en el
que “fluye la conciencia”, algunas minificciones y un poema; en todos ellos
destaca la experimentación en las formas de decir lo aparentemente cotidiano,
los pequeños detalles de la vida común, pero a través de un lenguaje sutil que
sugiere, susurra “las cosas importantes”, sólo perceptibles al lector que se
encuentre en la misma sintonía.
Gaby
Flores optó por un conjunto de poemas. En los versos de corte libre, la voz
poética expresa su descontento con la violencia y la preocupación por la
muerte. Por otra parte, dedica poemas a la luna, al viento, a sus hijos, y nos
presenta un poema narrativo y dialogado, en el que un desgarbado personaje
femenino expone sus verdades tras el velo de la locura.
Sara
de Valle nos muestra los primeros capítulos de una novela que en su inicio
parece netamente realista pero, conforme avanzan sus páginas, se convierte en
una propuesta fantástica en la que el quiebre de la realidad lleva a su
protagonista al ámbito de las reflexiones existenciales.
Tere
Escobedo seleccionó algunas minificciones en las que desfilan personajes tan
diversos entre sí como un esquizofrénico, una prostituta, una mujer que debe
padecer la espera y unas hormigas humanizadas. Los textos se distinguen por sus
elipsis; pareciera que elude información o que en un punto de la narración se
salta a un final conclusivo, pero es parte de un humor peculiar, de un estilo
que busca que el lector complete (encuentre) sus propios significados.
Muy pronto podrán encontrar Antología
compartida en las librería locales, o también pueden adquirirlo a través de
las redes sociales, buscando el nombre de alguno de sus autores.
Metrópolis, enero 2012
http://revistametropolis1.blogspot.mx/2012/01/de-compartir-la-escritura.html