En la tercer serie de la colección Siglo XXI. Escritores coahuilenses, de la editora de la Universidad Autónoma de Coahuila, aparece (por fin) el libro de cuentos Fuegos Fatuos, de Alfredo Loera, después de los vericuetos burocráticos que pasó para, ya impreso, poder circular.
Denominaría
los relatos que nos presenta Alfredo, sólo por tratar de asirlos desde
adjetivos y conceptos literarios ya conocidos y descritos, como cuentos de
terror posmoderno.
Un terror que
no lo provoca el suspenso, ni la misma descripción del miedo, ni la deformidad
o mutilación del cuerpo humano, sino el terror de saberse solo, la angustia de
saber que el insoportable y único destino es la desesperanza. Los personajes saben
que nada cambiará en su cotidianidad, que nadie aparecerá para salvarlos, que
se encuentran solos, porque la soledad es también estar rodeados de seres con
los que es imposible comunicarse.
Sobre la
estructura del cuento moderno (donde acciones y acontecimientos tienen lugar
gracias a un vínculo de alta precisión con el desenlace), Alfredo Loera
articula elementos que van más allá de las posibilidades que guarda el
prototipo tradicional del subgénero. Al menos en relación a dos características
que encuentro en Fuegos Fatuos, donde
confluyen algunos recursos usados en el cuento de terror (los más sutiles) y
otros tantos rasgos de lo que se ha llamado narrativa posmoderna.
Algunas
de las características que permean estos relatos y que yo emparentaría con el
cuento de terror son: el misterio, confusión de los planos del sueño y la
vigilia, el tema de la muerte, así como el recurso a indicios no resueltos.
Respecto a la narrativa
posmoderna, coincide con que son textos que dan pie a distintas lecturas, tienen
un narrador no homogéneo, requieren de una lectura un tanto indiferente hacia
lo externo y capaz de asumir información fragmentaria, de convivir con la
inestabilidad y la pérdida de la referencia sobre lugares; requieren
mayoritariamente de un lector activo, que complete significados.
La UAdeC no
había tenido un impulso editorial tan decidido y continuado como el de esta
colección que ha llegado a la tercera serie, lo cual indica también que la
producción de los autores coahuilenses se encuentra en un buen momento. No
obstante, la falta de una estrategia de distribución y circulación igualmente
decidida puede arruinar este buen momento de producción intelectual y
editorial.
Los ejemplares
tardan demasiado en liberarse debido a simples trámites burocráticos que se complican
inexplicablemente; la oferta institucional al público ha resultado, más que
limitada, francamente deficitaria; los libros se distribuyen por la iniciativa
de los autores y no por vínculos comerciales y difusores como parte de una
política de publicaciones integral por parte de la universidad.
Entre los
títulos recientes relacionados de manera directa al quehacer literario, se
pueden destacar, además de Fuegos fatuos,
el ya comentado en esta colaboración Miel
de Maple, de Miguel Báez, parte de la segunda serie, y el poemario de Julio
César Félix Mis ojos el fuego,
títulos disponibles en la librería del Teatro Isauro Martínez.
Metrópolis, febrero 2011
http://revistametropolis1.blogspot.mx/2011/02/libros-va-la-tercera-esperamos-que-no.html
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